Pablo Loureiro Rodil está de enhorabuena. El pasado 3 de junio, en una ceremonia celebrada en el Kursaal, le hacían entrega del premio Euskadi de Gastronomía al mejor restaurador de 2018. Este es un galardón que concede el Gobierno Vasco, a propuesta de la Academia Vasca de Gastronomía, y que reconoce el buen hacer de este cocinero al frente del restaurante Casa Urola, un clásico de la Parte Vieja donostiarra, que regenta desde el 2012 junto a su mujer Begoña Arenas.
Con la excusa de este reconocimiento, aprovechamos para visitarle entre sus fogones, y charlar un rato con él, para hacer balance de su trayectoria al frente de Casa Urola, conocer mejor su filosofía gastronómica, y su propuesta de pintxos. Esto último nos interesa especialmente, ya que Casa Urola es uno de los pocos establecimientos que cuenta con 3 pintxos seleccionados en nuestra lista de Los 99 mejores pintxos de Donostia / San Sebastián.
- Pablo, ¿Qué ha supuesto para ti el premio Euskadi de Gastronomía?
- Una satisfacción enorme, pero por añadidura te viene un sentimiento de mayor responsabilidad si cabe. Estos premios te reafirman, pero a la vez suponen que tú mismo te sientas comprometido a estar a la altura del mismo.
- ¿Qué balance haces de los siete años que llevas al frente de Casa Urola?
- Muy positivo, y muy intenso. Si cuando abrí las puertas hace siete años, me hubieran dicho todas las cosas que me iban a pasar, no me lo hubiera creído. Han pasado muy rápido estos siete años… y los 30 que llevo en el mundo de la hostelería.
- ¿Cómo ha cambiado el mundo del pintxo en estos siete años?
- Cuando yo llegué, lógicamente había gente que hacía pintxos mucho antes que yo. Pero yo creo que sí fui de los primeros en incorporar conceptos del restaurante a la barra, como los pintxos de temporada. Si una parte de la carta la cambias cuatro veces al año, ¿por qué no hacer lo propio con los pintxos? Por ejemplo ahora también se trabaja con las verduras en formato pintxo, que fue algo que empecé a hacer yo hace bastante tiempo. Cada vez veo más locales con pintxos de temporada. Tienen más trabajo, pero vas variando tu oferta, a la gente le gusta, y tú no te aburres tanto.