Aunque no sea fácil demostrar históricamente cuál fue el primer bar que empezó a vender pintxos (o banderillas como se llamaban entonces) en San Sebastián, consultando varias fuentes, parece que ese honor le corresponde al bar La Espiga. Ubicado en el centro de la capital guipuzcoana, más concretamente en la calle San Marcial, a un paso de la playa de La Concha, estamos ante un bar que todavía existe, y lo que es más excepcional, en manos de la misma familia que lo abrió el 17 de noviembre de 1928: la familia Castro. De aquella primera época se conservan los carteles de la fachada que rezan Gran Bar La Espiga.
Son tres generaciones de esta familia las que han regentado este concurrido local, que en estos más de 90 años de historia, ha vivido dos reformas importantes: la primera en los años 70, y la segunda en 2008. De esa última gran reforma llama la atención las baldosas utilizadas para el piso del bar, que son las mismas con las que se embaldosan las calles donostiarras: porque un bar, no deja de ser la prolongación de la calle para todos aquellos donostiarras que practican el ritual de ir de pintxos.