El tamaño, importa. Sobre todo si vas a hacer una ruta de bares de pintxos por San Sebastián, para degustar sus distintas especialidades. Cuatro, cinco pintxos, acompañado cada uno de ellos por… ¿Una caña? No es la mejor idea. Porque la caña donostiarra, según lo generosa que sea la medida del bar en cuestión, puede llegar a ser el doble de la tradicional caña madrileña. Si quieres acompañar los pintxos con cerveza, pero no quieres tomarte una caña, en San Sebastián puedes pedir un zurito. Lo que vendría a ser el corto de otras ciudades, unos 150 mililitros, servidos en el tradicional vaso de txikito (corto de vino), ancho y bajo.

El origen de esa denominación, tiene su historia. Allá por los años 60, el txikiteo (ir de bar en bar en cuadrilla, tomándose un vino en cada uno de ellos, y alternándose para pagar cada uno la ronda en un bar distinto), era la forma de socializar de los jóvenes. Socializar siempre con los mismos amigos, porque la cuadrilla es una unidad indivisible, e impermeable al contacto con otras cuadrillas. Sus integrantes se podían poner en fila apoyados en la barra, o formando un círculo impenetrable para cualquiera que no formara parte de esa cuadrilla.

Comentar las vicisitudes de la jornada, el último partido de la Real, tomando el vino peleón que se servía en aquella época, y sin recrearse demasiado en cada tasca. Uno salía de casa sin haber quedado en un bar concreto, y podía saber exactamente en qué bar estaba su cuadrilla, mirando la hora en su reloj. La ruta solía ser invariable, y si no estaban en este, estarían en el siguiente. Un vino, y otro vino, y otro, y otro más… hasta perder la cuenta. Y en más de un caso, no solo la cuenta.

Pero en ese ecosistema, surgió una “oveja negra”. Su nombre, Carlos Pérez Garrido. Harto del vino peleón, decidió pedir cerveza. Pero al tener que beberse el doble de cantidad, no podía seguir el ritmo de los txikiteros, y por ello, empezó a pedir que le sacaran medios botellines, ya que en aquella época todavía no había cañeros de cerveza en los bares de San Sebastián. Como en sus recorridos era habitual que repitieran los bares, en la segunda vuelta, Carlos Pérez Garrido se acababa el botellín que había dejado empezado en la primera.

Un zurito por favor

No era el universo de las cuadrillas vascas un ámbito muy dado a los cambios, pero poco a poco, cada vez eran más los txikiteros que renegaban del vino para pasarse a la cerveza. A la hora de pedir, Carlos lo pedía como un mini de cerveza, pero todavía nos queda la parte de la historia en la que alguien bautizó esa medida de cerveza como zurito. Y según parece, esa persona fue el propietario del Bar Irutxulo, Patxi Alkorta, que al preguntar alguien por qué no le ponían un nombre a esa medida de cerveza que se había popularizado tanto en tan poco tiempo, decidió bautizarla como zurito, porque Carlos Pérez Garrido era integrante de la peña taurina del torero Gabriel de la Haba, conocido como Zurito de Córdoba.

Carlos Pérez Garrido falleció en 2018. Era el último de su cuadrilla. Si queréis homenajearle tomándoos un zurito (o alguno más), en estos tiempos ya de tirador, la mejor opción puede ser Keler, la cerveza tradicional donostiarra que probablemente bebían aquellos primeros díscolos txikiteros, una cerveza lager que marida a la perfección con los pintxos.